Diciembre. Mes universal del “chin chin” a gran escala. ¿O no? Fiestas en familia, eventos empresariales, despedidas con amigos, festejos por algún nuevo recibido en el grupo…. En ese contexto, suele ser difícil esquivar la mirada del bartender.
A no desesperar, que lo último que queremos es demonizar a las bebidas y decirte que no te muevas del agua ni el 31/12 a la 23.59. Pero sí, empezar a haceros más amigos del concepto de moderación. Y siempre, sin culpa. No estás haciendo algo mal; estás eligiendo, en un momento especial y por algo determinado, darte un gusto que no afecta a tu objetivo final.
Vuelvo a la palabra moderación porque, con el alcohol en particular, cumple una función extra: si no lo consumimos de forma moderada, tiende a bajar nuestras barreras de control frente a lo que comemos (¡entre otras cosas!). Y ahí tenemos un doble problema: mucho alcohol y mucha comida.
¿Querés info copada para empezar a hacer buenas elecciones a la hora de llenar tu copa? Tomá nota mental:
- Todas las bebidas alcohólicas aportan calorías a través del etanol. Y si a esas bebidas les agregamos azúcares, a través de jugos o gaseosas azucaradas, las calorías aumentan notablemente. Por eso siempre conviene optar por una medida de bebida pura o rebajada con soda, que esa bebida convertida en un trago dulce. ¿Más claro? Es mejor elegir un whisky on the rocks que un Whiscola, o tomar un gin con soda y limón, en lugar de un Gin tonic.
- ¿Cerveza? Un capítulo aparte. Al ser de malta, tiene los hidratos de carbono incorporados. ¡No hace falta mezclarla con nada para que se transforme en un producto inflamatorio! De allí la famosa pancita cervecera.
- ¡Y ojo con el boom de las barras alcohol free! Me copa que cada vez haya más personas que eligen tomar bebidas sin alcohol y que el universo de los bartenders ponga mucha creatividad en tragos vírgenes. Pero hay que estar atentos, porque muchas veces optamos por cócteles llenos de saborizantes, colorantes, jarabes, bebidas azucaradas… un combo que no te aporta nada y que termina siendo peor que una copa de vino de vez en cuando.
Hacer un cambio inteligente es reducir o erradicar el consumo de alcohol, pero en pos de bebidas naturales, jugos de frutas diluidos en soda o agua, infusiones de menta, tés fríos, ¡shots de jugo de tomate, pepino, o remolacha! Hay mil opciones para empezar a virar el timón.
Lo más importante, ya que el alcohol está muy vinculado al acto social y de festejo (más en esta epóca del año), es que ni por un segundo dejes que este tema te incomode o te aleje de esos momentos de ocio con tus seres queridos. Seguí brindando y celebrando por las cosas lindas de la vida. No importa con qué llenes el vaso, siempre y cuando lo elijas vos y esté alineado con todo lo que pueda llevarte a tu mejor versión.
¡Chin chin!