“Ante cualquier duda, consulte a su médico”. Esta frase, aunque trillada, encierra un concepto clave: que ante la más mínima incertidumbre sobre cómo encarar algo personalizado vinculado a tu salud, sepas que hay alguien del otro lado preparado para acompañarte con el aval de la ciencia, una escucha empática y un consejo cercano.
Por impronta cultural, estamos acostumbrados a tener un médico clínico de cabecera, pero, ¿alguna vez te preguntaste si no deberíamos, también, tener un nutricionista a quien confiar nuestra salud alimentaria?
Eso, afortunadamente, es lo que está comenzando a suceder en el mundo. Entre los cambios que dejó la Pandemia, muchísima gente empezó a preocuparse más por su salud nutricional y, en segunda instancia, a demandar planes cada vez más personalizados.
Solo por dar un ejemplo, se estima que en los EE. UU., el Reino Unido y Alemania, casi el 90% de las personas que quiere hacer un cambio de hábitos prioriza hacerlo de forma personalizada.
¿Qué implica un plan de alimentación personalizado? Que el profesional lo diseña evaluando:
- Tu objetivo (¿es la salud, la estética, el rendimiento?)
- Tu peso, tus medidas y el equilibrio entre el tejido adiposo y la masa muscular
- Tus gustos y preferencias en las comidas
- Tu rutina y tus tiempos
- Tu nivel de actividad física
La alimentación es la base de la salud, lo que la antecede, lo que –si manejamos con responsabilidad- va a evitar que enfermemos. La nutrición es prevención y, desde ese punto de vista, tener un profesional aliado es una inversión esencial en uno mismo.
¿Te animás a poner play? Recordá que, siempre, la acción supera a la perfección.