CORTEMOS CON LO «SALUDABLE»

Los alimentos no son buenos o malos en sí mismos. Todo depende de tus objetivos.

El mote de “saludable” está empezando a ponerse peligroso. “Estoy comiendo saludable”, “Comprá estas galletitas que son más saludables”, “La espinaca es un alimento saludable”.  

Nada de todo eso es cierto, sin un contexto adecuado. Y el primer problema es dialéctico: los alimentos no son saludables en sí mismos (ellos no gozan de buena o mala salud); a lo sumo, son más o menos nutritivos. Los saludables somos nosotros, cuando logramos una alimentación equilibrada de acuerdo al objetivo que perseguimos.

Veamos un ejemplo: La espinaca, los pimientos, las coles pueden ser alimentos muy nutritivos, y eso no los hace positivos para la salud de una persona con problemas intestinales. ¡Todo lo contrario!

Pensemos en lo que vemos en las góndolas bajo el concepto de saludable. Muchas veces, esos productos están reducidos en sodio, en grasas, en lactosa, o no contienen trigo, cebada o centeno. ¿Qué significa? Que están modificados dietoterápicamente para determinada patología, no que necesariamente hagan más saludable el estilo de alimentación de cualquier persona. Tenemos que aprender a leer las etiquetas.

Aquí podés conocer nuestra completísima Guía de compras para tomar inspiración. 

La salud no se construye eligiendo todos los alimentos que nos venden como “saludables”, sino optando por una alimentación real y equilibrada, en la que podamos elegir a consciencia qué comer, de acuerdo a lo que nuestro cuerpo necesita. No serán iguales los nutrientes ni la carga energética de un deportista, que la de una persona sedentaria, o que la de alguien que quiere combatir determinada patología.

Las claves son el autoconocimiento, la organización y la educación nutricional. El resto, ¡a leerlo entre líneas!

**Para hacer un trabajo profundo sobre vos mismo y que puedas notar un cambio comiendo realmente lo que quieras, te invitamos a conocernos. Podés tomar una cita online o presencial escribiendo a este WhatsApp.