SIBO: ¿CREÉS QUE LO TENÉS?

Es un patología intestinal que tendemos a autodiagnosticar por error. La educación nutricional es la clave del cambio.

Hasta hace un tiempo, la culpa de todo la tenía el estrés. Dolores de cabeza, fatiga crónica, descomposturas, mareos… cualquier síntoma venía de la mano del exceso de cortisol generado por situaciones estresantes. Ahora, apareció el SIBO como el nuevo protagonista. Y sin un diagnóstico profesional mediante, todos creemos tener algo parecido.

**El SIBO es, para explicarlo de una forma sencilla, un sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado. La sobrepoblación de estos microorganismos, que usualmente no están allí, puede causar problemas digestivos como hinchazón, gases, diarrea y dolor abdominal**

Analizado de ese modo, sería sencillo creer que gran parte de la población tiene esta patología. Sin embargo, hay que analizar el contexto de una forma más amplia, antes de decretar una enfermedad de forma masiva.

A nivel global, llevamos años de una nutrición deficiente, basada en una alimentación plagada de almidones, azúcares y alcohol, todos grandes amigos del crecimiento de las bacterias “malas” en el organismo. Por el contrario, no optamos por alimentos reales y nutrientes de fermentación lenta, que son los que ayudan a la formación de bacterias buenas, como los probióticos y los prebióticos.

En ese sentido, hay que estar atentos a cómo es nuestra alimentación, antes de hacer un mal diagnóstico. Tomar un antibiótico «por las dudas», terminará atacando a toda la flora intestinal y nos reseteará el intestino, solo para volver a dañarlo con los malos hábitos de siempre.

Pensemos en dos tipos de población: quienes no miden el consumo de ultraprocesados y quienes tienen una alimentación organizada y rica en nutrientes de calidad.

Los primeros suelen tener manifestaciones constantes de inflamación intestinal, las cuales consideran habituales. Porque el cuerpo tiene la capacidad de adaptarse y la cabeza, también. Los segundos se sienten mejor y aprendieron a conocer su metabolismo.

En ambos casos, cuando surge un exceso, el intestino responde con malestar, dolores, diarrea e hinchazón, porque está intentando procesar algo nuevo o más de lo mismo en mayor cantidad.

Ninguno de los dos casos es sinónimo de SIBO: en un caso, es sinónimo de mala alimentación, en el otro, de un exceso aislado que el propio cuerpo regulará al volver a su nutrición habitual.

Tomemos con responsabilidad a las enfermedades. Consultemos con profesionales y dejemos de pensar que todas las soluciones mágicas están en la medicación. Empecemos por la comida.

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