«Nuestros mecanismos de preservación hacen que no nos posemos en la incomodidad y que no la traigamos a la conversación (ni la que tenemos con nosotros mismos, ni la que tenemos con el afuera). La única manera de salir de ese círculo vicioso es con una palabra que me encanta para dar inicio a cualquier proceso de cambio: automonitoreo.»
Matías Marchetti. #MarchettiRules, la actitud para aprender a nutrirte y comer lo que quieras.
Llegó la primavera y empezó la maratón por conseguir un cuerpo que vaya mejor debajo de las prendas livianitas. Eso nos hace caer, muchas veces, en las soluciones rápidas: la dieta más restrictiva, el plan de ejercicios más intenso, los ayunos, los planes détox….
Sin embargo, esta prisa por el cambio externo suele pasar por alto una herramienta fundamental que determina el éxito o fracaso de cualquier transformación: el automonitoreo.
Esta práctica va mucho más allá de contar calorías o pesar alimentos. Se trata de desarrollar una capacidad profunda de autoobservación que nos permita reconocer qué emociones nos llevan a abrir la heladera, qué situaciones disparan la ansiedad por comer y cómo nuestro cuerpo nos habla antes de que busquemos refugio en la comida.
“Se trata de una transformación radical en la que el primer paso es una mirada profunda sobre vos mismo. Y cuando digo profunda, digo exhaustiva, implacable, realista. Una deconstrucción en la que puedas pararte sobre el displacer y hurgar hasta encontrar la punta del ovillo”.
Matías Marchetti. #MarchettiRules, la actitud para aprender a nutrirte y comer lo que quieras.
Herramientas para observarnos mejor
• Neurociencias: Nos ayudan a entender (entre muchísimas más cosas) por qué el cerebro nos pide comer cuando estamos estresados o tristes, y cómo podemos interrumpir esos automatismos.
• Neurolingüística: Enseña a reconocer las señales que nuestro cuerpo envía cuando algo está mal. Esos gestos inconscientes pueden ser la forma de descubrir dónde estamos incómodos y por qué.
• Mindfulness: La práctica de estar presente nos permite pausar entre la emoción y la acción. Ese momento de consciencia puede ser la diferencia entre comer por hambre real o por vacío emocional
• Terapias alternativas: Cada persona encuentra su camino para conectar consigo misma. Algunas necesitan movimiento; otras, meditación; otras, conversación. Lo importante es encontrar qué nos ayuda a procesar las emociones ¡en lugar de taparlas con comida!
Cuanto más nos observemos, más fácil será diseñar una estrategia que nos lleve hacia nuestros verdaderos objetivos.
Sin esta mirada hacia adentro, los cambios que tanto ansiamos no se dan, ni se sostienen. Podemos restringirnos durante meses, pero si no comprendemos qué emociones nos llevan a ciertos comportamientos alimentarios, volveremos a los mismos patrones.
El automonitoreo nos permite hacer las preguntas importantes: no solo qué comer, sino por qué buscamos consuelo en la comida, qué nos falta cuando sentimos esa urgencia de comer sin hambre, y cómo podemos nutrir esas necesidades emocionales de otras maneras.
Solo así, el camino hacia el verano será más realista y divertido, y estará lleno de propósito.
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