De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, más del 60 % por ciento de la población de Latinoamérica no realiza actividad física suficiente. Un escenario que se profundiza en la Argentina, contemplado en ese estudio como uno de los 20 países más sedentarios del mundo.
La problemática que esto genera va mucho más allá de las cuestiones estéticas: el sedentarismo incrementa los niveles de obesidad, nos hace más propensos a enfermedades coronarias y favorece la diabetes tipo 2, la hipertensión y algunos tipos de cánceres. Como correlato, desmejora nuestra salud emocional y fomenta la falta de energía. ¡Imaginate lo que pasa si, además, nuestra nutrición es deficiente!
Suelo encontrarme a diario con personas que decidieron iniciar un cambio y lo hicieron a partir de ponerse en movimiento: se anotaron en el gym, salieron a correr, empezaron a jugar al tennis… ¡Y me copa! Pero como al poco tiempo descubrieron que eso no les bastó, llegan a mi consultorio para dar otro paso: la reeducación alimentaria.
Quiero contarte que el camino ideal es el inverso: rediseñemos nuestro vínculo con la alimentación y después, como el mejor complemento, elijamos una actividad física adecuada a nuestros gustos y objetivos.
//Por eso siempre hablo del 70% – 30%: un 70% de tu cambio de hábitos debe estar respaldado por una nutrición adecuada y un 30%, por ejercitación //
Para ese 70% te propongo que te nutras de información de calidad, que amplíes el abanico de tus comidas, que priorices los alimentos reales por sobre los ultraprocesados y que empieces a hacer el ejercicio leer las etiquetas. También que sepas cómo equilibrar tus macro y micronutrientes, que aprendas a gestionar mejor tus tiempos, a planificar tus compras y a organizar la cocina; que rompas con mitos y mandatos y que elijas por vos mismo cuál es tu mejor versión. ¡Yo te ayudo a llegar a ella!
Para el 30% que tiene que ver con la puesta en movimiento, es fundamental empezar por un camino de autoconocimiento, en lugar de salir a sacar un pase anual en el gimnasio sin saber para qué.
¿Qué actividad física realmente va a hacerte sentir bien (primero emocional y luego físicamente)? ¿Qué deportes te desafían o te apasionan? ¿En qué ámbito te gustaría ejercitarte? ¿Te serviría hacerlo en equipo, con amigos, solo? ¿Cuál es tu gasto energético total y con qué actividad podrías incrementarlo?
Cuando tengas respondidas estas preguntas, el paso siguiente será analizar a qué objetivos querés llegar: ¿bajar de peso, ganar masa muscular, sentirte más ágil, mejorar tu autoestima, reducir los niveles de estrés? Nadie más que vos sabe cuál es la línea de llegada.
Y también vas a tener que diseñar un buen esquema para tu nutrición deportiva. ¿Te hace mejor entrenar en ayunas? ¿Cómo vas a recuperar energía después de hacer ejercicios? ¿Cuáles son los mejores macronutrientes de acuerdo a tu actividad? ¿Te sirve probar con una dieta low carb?
Si la falta de tiempo es la última traba rondando en tu cabeza, pensalo con honestidad: ¿Realmente no tenés algunos minutos al día para dedicarte a tu cuidado? ¡Más gym, menos tele! Enfocate y poné primera, que a todo lo bueno se llega en movimiento.