De unos años a esta parte, el concepto de snacking fue cambiando. La hiperproductividad nos llevó a que contar con productos para consumir on the go sfuera casi uan primera necesidad. Así, la palabra snack dejó de simbolizar al paquete de papas fritas y empezó a relacionarse con distintas propuestas “más saludables” para consumir entre comidas.
Para empezar, pensemos juntos: todo lo que sea hace tendencia, viral, masivo, merece que lo leamos entre líneas, y esta no es la excepción. Al haberle colgado el mote de saludable a muchos productos para comer al paso, terminamos convencidos de que podemos pasar por el quiosco de la esquina para resolver una comida del día.
Allí, la oferta para el snacking es infinita: barritas de cereal, alfajores de arroz, galletitas con semillas. Y todo bajo la misma premisa: “Comelo tranquilo, tiene menos de 100 calorías”. La parte del mensaje que queda oculta es que la mayoría de esos productos son reducidos en nutrientes y dificilmente le aporten algo positivo a tu cuerpo.
La otra cara de la moneda
Como no no todas son pálidas, basta con bucear por las redes bajo el tópico healthy snack o healthy snacking para abrir un mundo de posibilidades.
Hay untables de frutos secos, legumbres crocantes, bocados raw, snacks de vegetales, muffins low carb y una larga lista en donde las harinas, los azúcares y las grasas no nutritivas quedan excluidas. Y lo más importante: todo hecho en casa y con alimentos reales.
Ahora es cuando vas a decirme: “pero yo no tengo tiempo para cocinar todo eso”. Sin embargo, hay una palabra clave para lograrlo: organización. Creéme que son solo dos pasos.
- Elegir las recetas que mejor se adapten a tu plan de alimentación y hacer una lista de todos los ingredientes que vas a necesitar. Mis consejos, para esa tarea, son aprovechar la estacionalidad de los alimentos y dejar de lado los productos premium (¿realmente necesitás sal del Himalaya? Dale).
- Escogé un día para cocinar, dedicale el tiempo que haga falta y congelá todo porcionado para solo tener que agarrarlo y ponerlo en la mochila. El freezer tiene que ser tu gran aliado.
¡Y no te atormentes con la idea de que vas a pasar horas y horas en la cocina! Muchas de estas recetas son tan simples como cortar vegetales y secarlos al horno o procesar frutos secos o semillas hasta transformarlos