Con la cercanía de las Fiestas y el verano, solemos entrar en un loop que va de los excesos a las dietas absolutamente restrictivas. Así es como nos tienta la palabra Detox y yo te pregunto: si tenés que hacer una dieta desintoxicante, ¿es porque antes elegís intoxicarte?
La alimentación, si nos remontamos al inicio de los tiempos, es nuestro combustible más sagrado. Como explico en mi libro Método #Marchettirules, la actitud para aprender a nutrirte y comer lo que quieras, la comida nos da energía, nos nutre, previene que nos enfermemos, nos hace trascender, sobrevivir como especie. Nunca debería “intoxicarnos”, inflamarnos, generarnos malestar.
¿Por qué no pensarla, entonces, con absoluta consciencia? De eso vengo a hablarte hoy: del mindful eating.
“Aquí y ahora” es más que un buen slogan marketinero. Es la frase que resume a la perfección el hecho de vivir el presente, de conectarnos con nuestros pensamientos y emociones de manera consciente. En eso se basa el mindfulness, una disciplina que se consolidó y se ramificó hacia distintas áreas, incluida la nutrición.
Mindful eating significa alimentación consciente: se trata de tomar decisiones responsables acerca de lo que consumimos y disfrutar con todos los sentidos el momento de sentarnos a la mesa.
¿Me escuchaste alguna vez decir que hay que dejar de medicarnos con comida? Aunque el mindful eating te lo diga con la voz de la tendencia… ¡te propone lo mismo!
No se trata de una dieta específica, sino de la idea de relacionarnos de una manera sana con lo que ingerimos. ¿Qué busca? Ayudarnos a descubrir que solo comemos por hambre, sino también por nuestros estados de ánimo; que hay formas de detectar cuándo estamos saciados, y que no hace falta ir del atracón al ayuno cuando la vida social nos empuja a comer de más.
¿No será hora de empezar a preguntarnos cómo nos llevamos con los anclajes emocionales de nuestras comidas? ¿Disfrutamos realmente de cada ingesta? ¿Elegimos nuestros alimentos a conciencia? El mindful eating pretende, por un lado, que dejemos de usar la comida como anestesia; por el otro, que prestemos atención plena a qué estamos ingiriendo, cómo y cuándo.
Cada vez son más los abordajes científicos que analizan al intestino como un segundo cerebro, el cual debe mantenerse saludable para que el resto del organismo se mantenga en eje. ¿Por qué no usar el mindful eating para esta tarea? Te propongo que empieces por algo y que, con una buena lista de compras, diseñes tus comidas de acuerdo a lo que tu cuerpo necesita. No de un modo espasmódico y fugaz, sino de una forma constante y a largo plazo, en lugar del blanco, el negro y hambre emocional como protagonistas.
Que estas Fiestas te encuentren enfocad@, con la mirada en tu cuerpo, en vos, en el presente y en la comida como lo que es: un combustible para la vida.
Acá podés descargar algunas lindas recetas para esta Navidad. ¡O podés buscarlas en nuestro Pinterest!
Escuchemos más a nuestro cuerpo. ¡Y que el ruido constante de la sociedad no nos corra de lo que de verdad importa! ¿No te parece un muy buen punto de partida?