“Palabra a palabra, comida a comida, empezamos a descubrir que la alimentación es solo un eslabón de una larga cadena que empieza por romper la creencia de que somos partes sueltas”.
Matías Marchetti, Nutrición al diván.
¿Cuántas veces te dijeron –tu mamá, tu psicoanalista- que hables más con vos, que escuches a tu corazón, que decidas de acuerdo a tus instintos? ¿Y cuántas veces hiciste caso? ¿Cuántas veces te pusiste en duda? ¿Cuántas veces fuiste tu propio hacker?
Es hora de ir más allá: desde el coaching ontológico y la programación neurolingüística cada vez se le da mayor relevancia al poder de las palabras; sobre todo, a las que nos decimos a nosotros mismos. ¿Te preguntaste alguna vez cómo es tu diálogo con tu yo interior? Porque muchas veces nos repetimos hasta el cansancio que no vamos a poder con algo y eso nos traba, nos boicotea, nos deja sin energía.
El primer paso para una cambio verdadero no está en la lista de compras, ni en el tipo de dieta que elijas, ni en cuántas horas hagas de actividad física. Sí está, sin embargo, en patear el tablero, en leer entre líneas toda la información que te llegue, en desarticular viejas creencias y en hackearte a vos mismo. ¿Para qué? Para que no te quede otra que rediseñarte íntegro, siendo mucho más analítico con vos mismo y más crítico con el sistema, sus mandatos y sus estándares de consumo.
En ese sentido, también tenés que ser inquisidor cuando te sientes frente al nutricionista que elijas para que te acompañe en tu cambio de hábitos. Debemos dejar de ser pacientes, para ser consultantes.
“Cuando alguien es consultante y no paciente, abre su corazón en forma de pregunta y, sin saberlo, empieza a dibujar las respuestas. Consultantes son los niños y las niñas, que frente a todo preguntan por qué. Pacientes somos los adultos, que damos por sentado que el otro debe observarnos, adivinar nuestro problema y descubrir cómo resolverlo”.
Matías marchetti, Nutrición al diván.
En esa autoexploración, será imposible que no intervengan las emociones. Lo importante es que seamos capaces de reconocerlas y de llevarlas a un estado consciente para dejar de medicarnos con comida.
¡Chau a la pasividad y a la zona de confort! Si querés ser tu propio hacker, vas a tener que poner play;. Comprender la relación entre lo que comés y lo que sentís, mirar de reojo lo que te ofrece la industria y dar un paso disruptivo que vaya mucho más allá del famoso “cuidarse”. ¡Abrí el bocho! Porque repensar tus rutinas y tu forma de organizarte , va a hacer que, cuando decidas cambiar la alimentación, tengas gran parte del camino recorrido.