Para qué lo vamos a negar: que los niños y niñas adquieran hábitos saludables, en el mundo de hoy, no es tarea fácil. La buena noticia es que vas a ser su ejemplo, el artífice de su manera de moverse por la vida. Claro que hay una lucha con el entorno, con las publicidades, a veces hasta con la propia familia o inclusive con los compañeros de colegio que no mantienen los mismos hábitos.
Lo importante es que, a fin de cuentas, el diseño de su alimentación comienza en casa. ¿O no es allí donde desayuna, elige qué llevarse como colación o almuerzo, y regresa para el resto de sus comidas del día?
Esas son todas oportunidades para alinear a los más chicos de la casa con una mejor alimentación; porque en la infancia, también, cada comida es una oportunidad.
LA MISIÓN MÁS IMPORTANTE: EDUCARLOS EN UNA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE
- Que los chicos conozcan porciones adecuadas desde el inicio de su alimentación es importante para que, en la adultez, sepan regular sus comidas. Eso los ayudará a evitar el sobrepeso. ¿Un buen ejercicio? Enseñarles a que consuman la ración que pusimos en el plato en lugar de servirles varias veces.
- Ayudarlos a gestionar sus emociones para que no las vinculen a la comida. La tristeza, la ansiedad, el aburrimiento o la euforia nada tienen que ver con la alimentación. No es buena idea consolarlos o premiarlos con el plato que les gusta, ni castigarlos con que “no haya postre”.
- Intentemos generar la costumbre de que consuman lo mismo que el resto de la familia, en lugar de cocinar específicamente para ellos. Si bien no es positivo imponerles alimentos, hay que buscar el equilibrio para lograr que se vayan acercando a nuestro estilo de alimentación. Por supuesto, habrá que hacer excepciones en caso de alguna alergia o intolerancia.
- Los chicos y chicas se quieren divertir, inclusive en la mesa. ¡Usemos eso a nuestro favor! Los sabores, los aromas, las texturas… en todo hay una posibilidad lúdica. ¿Algunas ideas? Formar caras de animales con las frutas, enseñarles los colores a partir de los vegetales, relacionar las comidas con cuentos o canciones que les gusten, cortar bastones o formitas que puedan tomar con las manos…
- Hay que ofrecer el mismo alimento de muchas formas. Cuando notamos que algo no les gusta de una manera, tenemos que probarlo en otro tipo de cocción, con otra textura, mezclado con otros alimentos. Si luego de muchas variantes, siguen sin aceptarlo, no hay que imponerlo, ¡aunque sí seguirlo intentando a lo largo de los años!
- Que participen de las compras y cocinen con nosotros es una gran herramienta para que conozcan todos los alimentos y sus beneficios. ¡Siempre con supervisión!
- ¡Las alacenas mandan! Todo aquello que no te interesa que coman, no lo compres. Eso no significa tener los estantes vacíos, sino incorporar opciones nutritivas (y caseras, por qué no) para que puedan hacer sus colaciones.
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