EL PODER DEL CAMBIO

Cultura, emoción y organización. Tres caminos para desandar e iniciar un giro de 180° en tu salud, tu estética y tu rendimiento.

Se acerca la primavera y todos empezamos a pensar en el “cuerpo del verano”. ¡Como si lo hubiera! Como si nuestro cuerpo no fuese el mismo todo el año y no lo tuviésemos que cuidar siempre.

La cuestión es que, aún sabiendo que deberíamos mantener un estilo de vida saludable los 365 días del año, en esta época todos queremos sentirnos un poco mejor. Y, como torbellinos, empezamos a pensar grandes ideas de cambio.

Y allí es cuando solemos tener iniciativas poderosas que luego se diluyen en malas decisiones, en falta de tiempo, o en prioridades que no son las que de verdad nos hacen bien.

¿Qué les parece si, esta vez, no los tomamos con más calma? ¿Qué tal si pensamos en un cambio paulatino, pero duradero, con planificación y tranquilidad?

Para eso, el primer trabajo no tiene que ver con la comida o la actividad física, sino con cambiar tres aspectos mucho más globales en los que venimos fallando:

Lo CULTURAL ⬇️

Se trata de dejar de escuchar el murmullo de todo lo que nos enseñaron (en casa, en la escuela, en el grupo de amigos) y empezar a hacer el propio camino: romper con los mandatos que cargamos, saber decir que no con firmeza y escucharse más a uno mismo. Eso fortalece nuestra autoestima.

Lo EMOCIONAL ⬇️

Tenemos que empezar a comprender que la comida es una fuente de nutrientes y hay que tratarla como tal. Es decir, no como una salida al aburrimiento, la frustración o la angustia. Cuando vayamos a hacer las compras o a abrir la heladera, pensemos qué nutrientes precisamos para esa comida, en lugar de dejarnos llevar por ultraprocesados que nos dan placer inmediato y nos alejan de incomodidades anímicas.

Lo ORGANIZATIVO ⬇️

Debemos tratar de dejar a un lado la improvisación y de carrera por la hiperproductividad. De esa formas, vamos a poder generar momentos para planificar y crear un sistema que nos funcione a largo plazo: listas de compras, organización en la comida, horarios en las ingestas y tiempo dedicado al trabajo del cuerpo. Por último y para nada menor. ¡Más momentos de ocio creativo y más descanso por las noches!

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