SER UNA MAMÁ FIT

El deseo de reencontrarte con tu cuerpo y potenciarlo puede ser realidad.

Dejame adivinar. Fuiste mamá y, por un tiempo, no encontraste la forma de seguir entrenando. Ahora, que empieza el calorcito y volviste a ponerte en contacto con tu cuerpo, dijiste: “¡es hora de encargarme un poquito de mí, puedo ser una mamá fit!”.

Escucho esa frase tan seguido en mi consultorio, que hasta elegí contar, en mi nuevo libro, Nutrición al diván, la historia de Marina: una mamá de dos niñ@s pequeñ@s, desbordada, que se desconectó de su cuerpo hasta que necesitó poner un stop. Y pudo: recuperó su buena alimentación, volvió a entrenar y, sobre todo, organizó mejor su día a día.

El término fit hoy está un poco vapuleado. Pero si lo que de verdad querés es mejorar tus estándares deportivos, recuperar tu peso y generar masa muscular, hay un largo y hermoso camino por recorrer.

Hay una gran oferta de rutinas de gym para hacer en casa.

Estos son algunos secretos que van a allanarte el camino:

Volver a establecer rutinas. Aunque tus horarios sean un caos y te cueste prever cómo se van a dar tus días, para ser una mamá fit deberías bloquear en tu agenda los momentos para entrenar ¡y respetarlos!

Organizar previamente tus compras y tu comidas (¡o pedir ayuda para que alguien lo haga con vos!). Estar abastecida y tener el freezer con comidas listas va a ser la llave para no picotear y seguir un plan organizado. ¡Hay muchas claves en mi taller Aprender a comer!

Cuidar tus nutrientes. Elevar el consumo de proteínas magras es fundamental para tus músculos, que no solo van a tener el desgaste propio de la maternidad, sino tu nueva rutina de ejercicios. También son importantes las hortalizas, frutas y cereales, y las grasas de buena calidad (presentes en aceite de oliva, palta, semillas, pescados, frutos secos).

¡Entrenar todo lo que puedas! Que tus músculos sientan que algo cambió y quieran adaptarse a lo nuevo es lo que te va a llevar a que se hagan más fuertes, crezcan y se preparen para más. Un entrenamiento que no se siente, no se ve.

Disminuir el consumo de ultraprocesados. Estos productos no aportan nutrientes de calidad, que es lo que más necesita tu cuerpo. Además, ¡hay un plus! En el camino vas a ir educando a los chic@s en el camino de la alimentación real.

Descansar. Aunque sientas que con los chic@s es imposible, depende de vos tomar una nueva actitud. Recordá que descansar no solo es dormir. Muchas mamás complementan el sueño con actividades que propician el descanso pasivo, como la meditación o el mindfulness. O inclusive con un hobby que las ayuda a focalizar en algo distinto o desarrollar un nuevo talento. 

Y acordate que nunca está demás hacer una consulta con un nutricionista y rodearte de personas que persigan tus mismos objetivos. En equipo, es mucho más fácil enamorarse del proceso.

Si además de tu cambio, querés trabajar en una educación nutricional para tus chic@s, te invito a conocer Peques a comer, un descargable gratuito con mucha info.