“De día, con la luz del sol, el cuerpo precisa movimiento, acción, conocimiento, desgaste; de noche, las células se predisponen para el descanso y, sobre todo, para asimilar lo sucedido en la jornada y regenerar los daños que hayan podido ocasionarse”.
Por decirlo de un modo más concreto, y continuando con esa cita de mi primer libro Método #MarchettiRules, la actitud para aprender a nutrirte y comer lo que quieras, cuando dormimos entramos a boxes, que es la única forma de seguir verdaderamente en carrera, con energía para entrenar, rendir más en el trabajo, disfrutar más de los momentos compartidos y sentir menos fatiga cotidianamente.
Solemos creer que el descanso es la variable que podemos ir ajustando en pos de ganarle más horas al día y caemos en un error. El ocio y el sueño son absolutamente necesarios para que nuestras células recuperen energía y acompañen al cambio de hábitos que queremos lograr a partir de una nueva alimentación.
Si aprendemos a comer mejor, sumamos nutrientes y dejamos de lado el sedentarismo, pero no acompañamos a nuestro cuerpo dándole los respiros necesarios, va a estar faltando una pieza del engranaje.
El descanso promueve un descenso del hambre. Si el cuerpo no recupera energía durante la noche, ¡va a ir a buscarla a la heladera durante el día!
Lo ideal, para que el círculo sea realmente virtuoso, es ir tras la fórmula alimentación + movimiento + descanso. Y aunque creamos que conciliar el sueño o buscar momentos de inactividad puede ser una tarea sencilla, muchas veces nos juegan en contra la hiperproductividad, el abuso de las pantallas y el poco tiempo que resta para la vida personal y social luego del trabajo.
En ese sentido, si querés bajar revoluciones y llegar al momento del sueño con el cuerpo más predispuesto para el descanso, podés optar por momentos de “relax” que no sean pasivos: herramientas como la meditación o el mindfulness demostraron generar estados de relajación profunda muy reparadores para el organismo.
Te propongo que pruebes algunos de estos cambios para buscar un mejor descanso:
- Dejar de usar las horas de la noche para lo que no llegamos a hacer en el día.
- Tener momentos de ocio antes de dormir, evitando que sean con pantallas.
- Usar la cama para dormir y no para trabajar o estudiar.
- Probar técnicas como la respiración consciente, la meditación y el mindfulness.
¡Y disfrutar realmente de los momentos de ocio! No está mal frenar, reponer, respirar y ponerle la otra mejilla a toda la vorágine cotidiana.