¿DELGADEZ = BIENESTAR?

Dejemos de buscar la autoestima en la balanza. Salud, energía y vitalidad son mejores indicadores de felicidad. Y todos se obtienen con una buena nutrición.

Hace años, como sociedad, venimos trabajando en que la delgadez no sea en sí misma un ideal de belleza. Si bien el camino tuvo sus avances, aún queda mucho por hacer. Las revistas y las redes sociales nos siguen bombardeando con imágenes y mensajes que promueven la pérdida de peso como la clave para la felicidad.

Ahora, pensemos juntos: ¿Por qué insistimos en buscar un número en la balanza que no es siquiera correlato de una buena salud?

La nutrición va mucho más allá del talle de nuestra ropa o lo que nos dice la balanza. Se trata de alimentarnos bien para alcanzar nuestros objetivos de salud y bienestar, independientemente de si eso implica perder peso, ganar masa muscular o simplemente sentirnos mejor.

Es hora de cambiar el enfoque. En lugar de obsesionarnos con la delgadez como meta absoluta, deberíamos centrarnos en aprender a comer de manera más inteligente. Esto implica desarrollar un sistema de alimentación que se adapte a nuestras necesidades individuales, sin caer en patrones restrictivos o nocivos.

¿Qué es una alimentación consciente?

  • Se basa en el conocimiento de los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para funcionar de manera óptima. Esto significa incluir una variedad de alimentos reales y nutritivos en nuestra dieta diaria.
  • Se trata de aprender a gestionar nuestras emociones frente a los alimentos. Demasiado a menudo, recurrimos a la comida como una forma de lidiar con el estrés, la ansiedad o las emociones negativas.
  • Se define por una organización, en la que la planificación de las comidas, de las compras y de los momentos de ingesta no quedan librados al azar.

Respetando esos tres puntos, nos sentiremos mejor sin depender de lo que devuelva la balanza. La delgadez, perseguida como único objetivo, no solo dejará de lado el cuidado integral de nuestra salud, sino que probablemente tampoco llene nuestras expectativas. Porque una meta no debe ser un techo, sino un escalón hacia algo superador.  

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