“Puede sonar antipático, pero que un plan sea personalizado implica que vos, más que nadie, vas a tener que poner las manos en el asunto. Porque un plan hecho a tu medida no te da todo resuelto, sino que te ayuda a diseñar una nueva alimentación. Del nivel de compromiso que le pongas, va a depender lo mucho a poco que te cueste mantener en el tiempo tu nueva forma de alimentarte”.
Nutrición al diván, Matías Marchetti. Penguin Random House.
Hacer un plan personalizado no significa que en la lista de comidas todas te gusten. Porque, de esa forma automatizada, no lograrías generar un hábito. Una planificación pensada para vos va muchísimo más allá. Y si tu primera pregunta es si vas a poder comer esas cosas que te gustan y siempre te dicen que dejes a un lado, la respuesta es SÍ. En un plan ordenado, con un sistema ideado para vos, hay lugar para los placeres.
Cuando un profesional realmente te guía por un camino diseñado para vos y quiere que te comprometas, lo ideal es que te ofrezca los ingredientes que te van a proveer los nutrientes necesarios y que vos, a partir de allí, crees los platos que más te gusten. Y también que elijas las excepciones a conciencia.
Vamos a darte un ejemplo: un plan podría decir “omelette de 3 claras”, pero sería mucho mejor si te dijera que tu cuerpo necesita esas tres claras, y que vos decidieras si las querés en un omelette, en un soufflé o en una tortilla.
**Que empieces a decidir sobre tus comidas es la clave para que aprendas a comer, aunque al principio aparente ser más difícil**
¿Qué otras cosas te desmuestran que un plan es personalizado?
- Que se adapte a tu objetivo; porque no va a ser lo mismo si tu leit motiv es bajar de peso, ganar masa muscular o mejorar un valor en un análisis de sangre.
- Que tenga en cuenta tu respuesta a determinados alimentos; porque tu cuerpo puede tener intolerancias, alergias o procesos inflamatorios frente a algunos nutrientes.
- Que contemple tu salud: ¿hay un déficit vitamínico, una anemia o una enfermedad crónica, como diabetes o hipertensión? La alimentación debe acompañar.
- Que considere tu edad; porque no son iguales los requerimientos de nutrientes en la infancia, en la mitad de la vida, en el embarazo o en la lactancia.
- Que se adecue a tu gasto calórico o consumo de energía. ¡No es lo mismo si tenés un perfil sedentario que si entrenás asiduamente!
- Que sea amable con tus gustos: nada que se haga sin placer puede mantenerse en el tiempo.
Por fuera de todo esto, un plan diseñado para vos tiene que respetar tu rutina, tus tiempos, tus procesos y tu estilo de vida. Además de tener un acompañamiento cercano y empático, con escucha verdadera. Solo así, el cambio puede ser verdadero y perdurar en el tiempo.
**¿Querés tu comienzo personalizado? Animate a escribirnos**