VACACIONES, ¿CÓMO COMÉS?

Que estar de viaje o descansando no sean excusas para alejarte de la buena alimentación.

Desde chicos, estamos habituados a que las vacaciones sean un momento en el que las comidas cambian su lógica de todo el año. Si de marzo a diciembre, las medialunas son la merienda ocasional cuando viene un amigo, en la playa lo son todos los días. Y así con los desayunos, los almuerzos, las cenas y los snacks.

“Disfrutemos, las vacaciones son una vez al año”, solíamos escuchar de boca de nuestros padres frente a porciones de rabas, asados, pizzas, cervezas y helados.

Es lógico que, como adultos, nuestra conducta sea la misma. Aunque tenemos una hermosa posibilidad: la de cambiar esa historia con nuevas y mejores decisiones.

En ese sentido, la planificación tiene que ser tu mejor compañera de ruta, para que un desayuno buffet, las comidas callejeras o los cambios de horario no sean excusa para dejar de lado la buena alimentación.

Lo primero que hay que tener es si en tus vacaciones vas a tener cocina, ya sea en una casa propia, un departamento alquilado, la casa de algún amigo… Si es así, tu planificación puede ser la misma que en casa.

  • Pensá un menú semanal y hacé una buena lista de compras. Si estás fuera de tu país, aprovechá para recorrer los mercados locales. Eso te va a dar el placer de la exploración, sin alejarte de tu objetivo.  A la hora de comprar, elegí más productos naturales y menos procesados.
  • No saltees comidas por la falta de rutina: si usualmente desayunás, hacelo como siempre y armate algunos snacks nutritivos para los momentos de paseo, como chips de kale, crackers de semillas o una porción de frutos secos. Si podés volver a “casa” a almorzar y cenar, lo ideal es el meal prep, para tener las comidas casi listas y solo darles el último toque.

Podés encontrar ideas en nuestro recetario Verano Enfocado

En el caso de estar alojado en un hotel o algún sitio en donde no podés estar al mando de la cocina, aquí van algunas ideas:

*¿Desayuno buffet? Optá por frutas, quesos magros, panes integrales, huevos. ¡Acordate de que haya proteínas! La canasta de croissants no es un mala palabra, solo es cuestión de equilibrio.  

*Seleccionar previamente los restaurantes a los que vas a ir (hoy hay miles de herramientas, aplicaciones, etc.) y leer los menús con ojo crítico. Las ensaladas o los vegetales grillados siempre son una buena guarnición; y las carnes es preferible comerlas grilladas o asadas, en lugar de empanadas o en platos elaborados.

Otros pasos fundamentales de tu organización veraniega, cualquiera sea tu destino o tu alojamiento, son:

*Planificar en qué momentos vas a realizar actividad física ¡y cumplirlos! Aunque no sea la ejercitación que hacés habitualmente, está bueno mantener un gasto calórico similar al de todo el año.

*Abastecerte de la cantidad de agua que solés tomar, para tenerla disponible durante todo el día y no cambiar tu ritmo de hidratación habitual.

*No abusar de los típicos tentempiés “saludables” de la mochila de viaje, como los alfajores de arroz, las barritas de cereales y otros productos ultraprocesados.

*Para el avión, el micro o el viaje en auto podés cocinar tus propias meriendas con antelación, como muffins de ricota magra, brownies de remolacha, budines de zanahoria; o bien llevarte frutas frescas.

¿Lo fundamental? Poner en la valija el cambio de vida en el que venís enfocado, con el placer (y la organización, claro) como principal condimento. Bon voyage.