ALIMENTACIÓN EJECUTIVA

Cómo rediseñar tu nutrición para maximizar tu rendimiento profesional o académico. Los 3 pilares del cambio.

En el universo laboral o universitario, la capacidad de tomar decisiones, mantener el foco, retener información, aportar creatividad o gestionar el estrés puede marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento en la función ejecutiva. Lo que no solemos tener en cuenta es que estas habilidades están directamente relacionadas con lo que ponemos en nuestro plato.

El cerebro es un órgano hambriento. Precisa tener energía, siempre; y más aún en el caso de profesionales que toman decisiones diariamente, o que trabajan analizando datos, o en tareas creativas. Sucede lo mismo con quienes estudian y precisan incorporar gran cantidad de información.

Los tres pilares de la alimentación ejecutiva

  • 1. Estabilidad energética: La montaña rusa de glucosa es el enemigo silencioso de la productividad. Cuando tus niveles de azúcar en sangre fluctúan todo el tiempo, tu capacidad para mantener el foco se ve comprometida. La estabilidad energética se logra a través de una alimentación equilibrada que combine proteínas, grasas saludables y carbohidratos complejos en cada comida. Este balance no solo previene los temidos «bajones» de media tarde, sino que también mantiene tu cerebro funcionando de manera óptima durante las largas jornadas de trabajo.
  • 2. Claridad mental: Una nutrición orientada a mantener la mente ejecutiva y a tener las ideas en foco, prioriza los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados, palta y nueces, por ejemplo. Y también las vitaminas del complejo B, ambos nutrientes fundamentales para la salud cerebral. Cuando tu cerebro recibe estos componentes en las cantidades adecuadas, tu capacidad para procesar información compleja, resolver problemas y mantener la concentración se multiplica. La claridad mental es una necesidad en el mundo corporativo actual.
  • 3. Rendimiento sostenible: El verdadero éxito profesional no se mide en carreras cortas, sino en maratones. El rendimiento sostenido se construye sobre una base nutricional sólida que potencie tu salud a largo plazo. Esto implica una alimentación que fortalezca tu sistema inmunológico, mantenga niveles óptimos de energía y prevenga el agotamiento crónico. La clave está en construir hábitos alimenticios que prioricen la comida real por sobre los ultraprocesados, que combinen muchos colores y que contengan proteínas y grasas de buena calidad, y energéticos en la medida adecuada a tu gasto calórico.

Si a todo esto, sumás la dosis necesaria de actividad física y las horas de descanso que tu cerebro merece, será mucho más fácil llegar a los objetivos profesionales o académicos que estás persiguiendo.

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