SER EFICIENTES, ¿A QUÉ COSTO?

La productividad es un desafío que nos desvela. ¿Sabés cómo elegir el combustible correcto?

EFICIENCIA es una de las palabras de esta era. En cualquier ámbito corporativo, en inclusive en la vida personal, se nos pide ser más eficientes, obtener más resultados en menor tiempo.

Detrás de esa exigencia del sistema, llega una exigencia aún peor: la que nos imprime nuestra voz interior cuando nos dice que tenemos que ser eficientes y darlo todo siempre, porque, si no, estamos fallando.

En esa vorágine por cumplir las expectativas propias y ajenas, entran en juego las emociones, el estrés, los altibajos y otras cuestiones inherentes a la mente humana cuando la forzamos más de la cuenta, sin una buena planificación de por medio.

Pensemos en nuestros antepasados, los hombres primitivos: debían ser eficientes para sobrevivir y lo hacían. ¿Cómo? En movimiento, cazando para comer, trabajando en grupo.

«Estar permanentemente activos era parte de nuestra naturaleza, de nuestro ADN. De ese espíritu laborioso y perseverante dependía nuestra vida. Y no hace falta viajar tan atrás en el tiempo: pensá en la “quietud” de comunidades como los Vikingos o los Aztecas; y más cerca aún, en nuestros abuelos, que hacían más trabajos corporales y manuales que nosotros, en las fábricas y en muchos de los oficios que se perdieron«.

Matías Marchetti, Nutrición al diván.

Hoy la eficiencia no va mayoritariamente de la mano del cuerpo, sino del intelecto. Queremos ser productivos mentalmente y dejamos de lado esa puesta en acción que nuestro organismo precisa para mantenerse saludable.

En la actualidad, en la que el alimento se consigue en un mercado, nuestra estrategia tiene que ser darle al cuerpo el movimiento de otra forma. ¿Un ejemplo? La actividad física que nos dé más placer (porque ese es el secreto para mantenerla en el tiempo). Por otro lado, es clave usar la inteligencia con la que fuimos dotados no solo para lo profesional, sino para gestionar tácticas que, en lo personal, nos permitan una mejor dinámica con nuestras comidas.

Organización y eficiencia siempre van de la mano. Movimiento y eficiencia, también. Y ni hablar de la nutrición. ¿Cómo creés que funciona tu cerebro cuando le das alimentos reales, en lugar de ultraprocesados y comidas rápidas vacías de nutrientes?

Seamos más eficientes desde el punto cero, con lo más vital: nuestra alimentación. Solo a partir de ahí, con el combustible correcto, vamos a poder empezar a pensar cómo ser más productivos en nuestras tareas cotidianas. 

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